domingo, 22 de mayo de 2016

Viaje para Explorar la Historia Natural de Sudamérica. Por ALFRED R. WALLACE

A los editores de los Anales de Historia Natural.

CABALLEROS,                                                   calle Bloomsbury 24, ene. 19, 1850.

En el número de enero de 1849 de su valiosa revista, fueron ustedes lo suficientemente amables como para incluir extractos de una carta que yo había recibido de los Sres. Wallace y Bates, dos caballeros quienes están investigando la Historia Natural del Río Amazonas y sus tributarios en Sudamérica, y quienes me consignaron sus colecciones para la venta. Les envío ahora extractos de una carta que recién he recibido de parte del Sr. Wallace, fechada Sautarem, sept. 12, 1849, los cuales, si ustedes los creen suficientemente interesantes, pueden sentirse inclinados a insertar:-

“Hasta aquí he llegado remontando el río, y aprovecho la oportunidad para enviarte algunas líneas. Para arribar, a pesar de la corta distancia, demoré un mes. Ahora estoy esperando para llegar a Montalegre, pero son muchas las dificultades para conseguir hombres incluso por unos pocos días. El país es aquí muy arenoso y seco, con una vegetación baja y arbustiva; aunque hay algunos parches de bosque, y en estos, los Lepidoptera son bastante abundantes; hay varios bonitos Erycinidae nuevos para mí, y muchos insectos comunes, como Heliconia Melpomone y Agraulis Dido, son abundantes, los cuales casi no hemos visto en Pará: lamentablemente los Coleoptera son tan escasos como siempre. Espero sin embargo que sea mejor en Montalegre, ya que las colinas allí tienen cerca de mil pies de altura, y pienso que deben producir algunos. Deseo saber que se opina de Cuyaba en la provincia de Matto Grosso como una localidad; está en la cabecera de los ríos Tapajoz y Paraguay; hay comunicación desde aquí, recogiéndose sal. Podría también desde Rio Negro tomar el Madeira hacia la ciudad de Matto Grosso, o remontar algunos brazos al interior de Bolivia. ¿Se conoce algo de Bolivia? He visto en el Catálogo del Museo sólo cinco o seis Erycinidae que provienen de allí, en las colecciones del Sr. Brydges. Vi que hay una prolongación de los Andes en ésta, la más alta en América, y sus ciudades principales parecen estar en un terreno incluso más alto que Bogotá o Quito. Pienso que puede llegarse a cualquiera de las dos localidades con la misma facilidad que a los Andes Amazonas arriba; de cualquier manera me gustaría saber si se trata de terreno despejado y con chances de ser bueno, para algún momento futuro, si no para el presente. Creo que debería tomar el Rio Nigro hacia las fuentes del Orinoco, pero me temo que todo el norte de Brasil es bastante pobre en Coleoptera.  

“Septiembre 14.- Creo que partiré hacia Montalegre mañana, me han prestado una canoa; aunque he encontrado tantas especies nuevas de Lepidoptera, que probablemente estaré aquí un mes a mi regreso luego de ir a Rio Nigro, a menos que de hecho encuentre Montalegre tan bueno como para convencerme de pasar allí hasta diciembre. No creo que sea necesario que me envíes nada hasta que escriba nuevamente. Suplico me escribas cada vez que puedas, y me des toda la información que seas capaz de obtener, tanto sobre qué cosas son buscadas en cualquier clase u orden como también sobre localidades.

“El Tapajoz aquí es de aguas claras con playas arenosas, y bañarse es sumamente placentero; nos bañamos a mitad del día, cuando estamos empapados de transpiración, y no podrás darte idea de lo lujoso que resulta; el agua es tan tibia entonces que es el momento más saludable. Aquí el montón de  naranjas cuesta unos cuatro peniques, y son por lejos la mejor fruta; piñas grandes de dos a cuatro peniques, pero pocas veces las comemos. Cuanto más veo del país, más deseo ver, y puedo ver un sinfín de especies de mariposas cuando todo el país esté bien explorado. Saluda a todos los amigos.”         
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Texto en versión original en inglés: John van Wyhe, ed. 2012-. Wallace Online. (http://wallace-online.org/). RECORD: S004. Wallace, A. R. 1850. Journey to explore the natural history of South America. Annals and Magazine of Natural History (ser. 2) 5 (26): 156-157.

viernes, 20 de mayo de 2016

Viaje para Explorar la Provincia de Pará. Por ALFRED R. WALLACE y HENRY W. BATES

Los Señores Wallace y Bates, dos jóvenes emprendedores y dignos de admiración, dejaron este país el último mes de abril en una expedición hacia Sudamérica para explorar algunas de las vastas y no investigadas regiones de la provincia de Pará, la cual se dice tan rica y variada en sus producciones de historia natural. Ellos ya han enviado dos hermosos lotes de insectos de todo orden, conteniendo alrededor de 7000 especímenes en muy buena condición, y una vasta cantidad de novedades, además de otras especies muy raras, algunas de las cuales eran conocidas  sólo en el mundo entomológico por las hermosas figuras en Cramer y Stoll, y unas pocas caracolas y pieles de aves. El último lote es el resultado de su viaje remontando el río Tocantins. El siguiente párrafo es un extracto de su carta a Mr. S. Stevens, fechada en Pará el 23 de octubre [1848], a quien los cargamentos han sido remitidos, y quien dispone de ellos (ver Anuncio en tapa).

“Si alguien tiene curiosidad sobre nuestro viaje remontando el Tocantins, usted puede informar que ascendimos hasta cerca del 4to paralelo de lat. S. cerca del Rio Tabocas, habiendo llegado a Arroya, la última morada de gente civilizada, y pasando un poco más allá para ver los rápidos llamados Guaribas. Contratamos uno de los pesados botes de hierro con dos velas para el viaje, con una tripulación de cuatro indios y un cocinero negro. Tuvimos las dificultades usuales de los viajeros en este país en la deserción de nuestra tripulación, lo que nos demoró seis o siete días en continuar; el viaje nos demandó tres semanas hasta Guaribas y dos semanas para retornar. Alcanzamos un punto a unas veinte millas de Arroya, más allá del cual una canoa grande no puede pasar en la estación seca, por los rápidos, cascadas y remolinos que aquí comienzan y obstaculizan la navegación de este magnífico río más o menos hasta su origen; aquí nos vimos obligados a dejar nuestra embarcación y continuar en un bote abierto, en el que estuvimos expuestos por dos días, aunque esto fue ampliamente retribuido por la belleza del escenario, estando el río (aquí de una milla de ancho) salpicado con isletas rocosas y arenosas de todo tamaño, y ricamente vestido con vegetación; las orillas altas y ondulantes, cubiertas con un denso pero pintoresco bosque; las aguas oscuras y translúcidas como cristal; y la emoción de enfrentar terribles rápidos, etc. actuaron como un estimulante necesario bajo el calor de un sol ecuatorial, y un termómetro a 95° en la sombra. Nuestras recolecciones fueron hechas principalmente en la parte baja del río. Durante las cinco semanas de nuestro viaje no tuvimos lluvia hasta los últimos dos días. El tiempo aquí es más encantador que nunca; las mañanas invariablemente buenas, y una llovizna por la tarde cada tercer o cuarto día, que refresca y revitaliza todo maravillosamente. El calor no es nunca agobiante; las noches siempre frescas; ciertamente no debe haber clima en el mundo superior a éste, y pocos iguales. Desde que mandamos nuestra última colección, hemos ganado experiencia con la rareza de insectos en este país. Los Lepidoptera son numerosos en especies, pero no en individuos; los Coleoptera son extremadamente escasos, y otros órdenes son generalmente, como los Lepidoptera, escasos en individuos; atribuimos esto a la extensión ininterrumpida de monótonos bosques por la cual la vida animal está escasa pero ampliamente diseminada. Sin embargo esto hace una diferencia en el valor comercial de los especímenes. La presente colección es el fruto de dos meses de atención dedicada y casi exclusiva a los insectos. Caracoles y orquídeas continúan siendo sumamente escasas.”             

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Texto en versión original en inglés: John van Wyhe, ed. 2012-. Wallace Online. (http://wallace-online.org/). RECORD: S003. Wallace, A. R. 1849. Journey to explore the Province of Pará. Annals and Magazine of Natural History (ser. 2) 3 (13): 74-75.

martes, 26 de abril de 2016

Sobre los Monos del Amazonas. Por ALFRED R. WALLACE

El gran valle del Amazonas es rico en especies de Monos, y durante mi residencia allí tuve muchas oportunidades de familiarizarme con sus hábitos y distribución. Haré algunas pocas observaciones referidas principalmente al último particular. He visto veintiuna especies; siete con colas prensiles y catorce con colas no prensiles, como se muestra en la siguiente lista:

3 Aulladores, viz.—Mycetes ursinus, M. caraya (?) y M. Beelzebub;
1 Mono Araña,—Ateles paniscus;
1 Mono de Panza Grande  (Barrigudo de los brasileros),—Lagothrix Humboldtii;
2 Sapajou,—Cebus gracilis (Spix) y C. apella (?);
4 Monos de Cola Corta,—Brachyurus couxiu, B. ouakari (Spix), B. rubicundus (? Calvus, B. M.), y una nueva especie;
2 Monos Perezoso,—Pithecia irrorata y una especie no descripta;
3 Monos Ardilla, —Callithrix sciureus, C. personatus y C. torquatus;
2 Monos Nocturnos, —Nyctipithecus trivirgatus y N. felinus; y
3 Monos  Tití, —Jacchus bicolor, J. tamarin y una nueva especie.

Los Monos Aulladores son generalmente abundantes; sin embargo, las diferentes especies son halladas en localidades separadas; estando Mycetes Beelzebub aparentemente confinada al Amazonas Inferior, en los alrededores de Para; una especie negra, M. caraya (?), al Amazonas Superior; y una especie roja, M. ursinus, al Rio Negro y al Amazonas Superior.  Parece existir mucha confusión con respecto a las especies de Aulladores, debido a la diferencia de color entre los sexos de algunas especies. Las especies roja y negra del Amazonas, sin embargo, son del mismo color en ambos sexos. Las especies de este  género son seminocturnas en sus hábitos, dando sus gritos cerca del anochecer y antes del amanecer, y también al aproximarse la lluvia. Humboldt observa, que el tremendo ruido que hacen puede ser explicado solamente por el gran número de individuos que se unen para producirlo. Mis propias observaciones, y el testimonio unánime de los indios, prueban que éste no es el caso. Un único individuo hace el aullido, que es ciertamente de extraordinaria profundidad y volumen y curiosamente modulado; pero al apreciar atentamente lo repentino con que éste cesa y comienza de nuevo, es evidente que es producido por un animal, que es generalmente un macho por completo maduro. Al diseccionar la garganta, nuestras preguntas sobre el ruido terminan; además del conducto óseo formado por el hioides expandido, hay un fuerte aparato muscular que parece actuar como un fuelle al forzar un cuerpo de aire a través de la cavidad ósea reverberante.
           
Del género Ateles, los Monos Araña de cuatro dedos, una especie es encontrada sólo en el distrito de Guayana, al norte del Amazonas y Rio Negro. Otro, probablemente Ateles ater, habita el distrito oeste de Brasil en el río Purus. Estos monos son lentos en sus movimientos, pero hacen gran uso de sus colas prensiles, con las que se balancean de rama a rama; y he sido informado de que dos han sido vistos uniendo sus manos y colas prensiles, formando un puente para que sus jóvenes pasen por encima. Los indios también dicen, que este animal generalmente se mueve suspendido por debajo de las ramas, no caminando sobre ellas.

El siguiente género, Lagothrix, es muy interesante, siendo completamente desconocido en Guayana y el este de Brasil. La especie con la que estoy familiarizado (L. Humboldtii) se encuentra en el distrito sudoeste del Rio Negro, hacia los Andes, que yo llamo el distrito de Ecuador del Amazonas. Se destacan por su pelaje gris lanudo grueso, sus largas colas prensiles, y carácter muy apacible. En el Amazonas superior son las especies que más frecuentemente se ven  domesticadas, siendo las favoritas, por sus semblantes serios, pareciéndose más al rostro humano que los de otros Monos, sus maneras tranquilas, y el gran cariño y docilidad que exhiben. Tuve tres de ellos por varios meses antes de dejar Brasil, y estuvieron a bordo conmigo en el momento que el barco se incendió, cuando, con sus compañeros, perecieron todos.

Los Monos Sapajou, formando el género Cebus, parecen estar más generalmente distribuidos, y las especies ocupan una extensión más amplia. También son frecuentemente domesticados, pero presentan un contraste marcado con las especies del último género, en su constante actividad e inquietud, y tienen la fama de ser lo monos más traviesos en el país.     

Cada especie del género Brachyurus parece estar confinada a un distrito particular. El B. couxiu es nativo de Guayana, y no pasa el Rio Negro al oeste, o el Amazonas al sur. El B. ouakari es encontrado en el Rio Negro Superior;  el B. rubicundus en el Amazonas superior, llamado el Solimoes; y otra especie, aparentemente no descripta, se halla en la parte inferior del mismo río.

Los Monos Perezoso, formando el género Pithecia, tienen una extensa distribución en lo que respecta al género, pero las especies por separado parecen cada una confinada a un espacio limitado. De las dos especies que habitan el distrito del Amazonas, una, el P. irrorata, es encontrada en la orilla sur del Amazonas superior; y otra, aparentemente no descripta y notable por una barba roja brillante alrededor del rostro y bajo el mentón, se presenta sólo al sudoeste del Rio Negro.

De los pequeños Monos Ardilla, uno, el Callithrix sciureus, un espécimen del cual está ahora en los Jardines de la Sociedad, tiene una distribución extensa, siendo hallado en ambas orillas del Amazonas y Rio Negro. El C. torquatus, una especie con collar blanco, es encontrada solamente en el Rio Negro superior, y el C. personatus en el Amazonas superior.

De los curiosos Monos Nocturnos formando el género Nyctipithecus hay dos especies en este distrito; una, que parece ser el N. trivirgatus de Humboldt, es hallada en el distrito de Ecuador, al oeste del Rio Negro superior; la otra, estrechamente relacionada, probablemente el N. felinus, en el Amazonas superior. Sus grandes ojos, cara similar a la de gato, cabello lanudo suave y hábitos nocturnos los vuelven un grupo muy interesante. Son llamados “monos diablo” por los indios, y se dice que duermen durante el día y que deambulan sólo por la noche. He tenido especímenes vivos, pero son muy delicados y mueren pronto.

De los Monos Tití hay tres especies, aunque ninguna de ellas tiene  los característicos copetes de pelo en la cabeza. Cada especie parece estar confinada a un trecho muy limitado del país. El Jacchus tamarin se encuentra sólo en el distrito de Para, donde es abundante. A J. bicolor, una bonita especie gris y blanca, la he visto únicamente en el lado de Guayana del Rio Negro cerca de la ciudad de Barra. Otra especie enteramente negra, con la cara de piel blanca desnuda, habita el distrito del Rio Negro superior. Parece ser bastante nueva.

Los últimos tres géneros parecen ser en gran medida insectívoros, y me inclino a pensar que devoran también aves y mamíferos pequeños. Al menos los que yo tuve vivos intentaban meter dentro de su jaula cualquiera de mis aves que les pasara cerca. El pequeño Jacchus negro mencionado en último lugar era particularmente salvaje. Una vez sujetó un gran loro por el cuello, lo llevó dentro de su jaula, y le sacó de una mordida una buena porción del pico, y probablemente lo habría destruido, de no haber yo oportunamente llegado al rescate. Otras dos aves pequeñas que se acercaron demasiado cerca de su jaula fueron atrapadas y devoradas por completo.      

Haré ahora unos pocos comentarios sobre la distribución geográfica de estos animales.       

En los varios trabajos de historia natural y en nuestros museos, tenemos generalmente indicaciones muy vagas sobre localidad. Sudamérica, Brasil, Guayana, Perú, están entre las más comunes; y si tenemos “Rio Amazonas” o “Quito” atado a un espécimen, podemos pensarnos afortunados de tener algo tan definido: pero ambos están en la frontera de dos distritos zoológicos diferentes, y no tenemos nada que nos diga si uno proviene del norte o del sur del Amazonas, o si el otro del este o del oeste de los Andes. Debido a esta falta de certeza respecto de la localidad, y la confusión adicional creada por equivocar especies relacionadas de países distantes, hay difícilmente un animal cuyos límites geográficos exactos puedan ser trazados en el mapa.       

De esta determinación precisa de la distribución de un animal dependen muchas preguntas interesantes. ¿Las especies estrechamente relacionadas están siempre separadas por un amplio intervalo de territorio? ¿Qué características físicas determinan las fronteras de especies y géneros? ¿Las líneas isotérmicas limitan siempre la distribución de las especies con precisión, o son éstas independientes? ¿Cuáles son las circunstancias que hacen que ciertos ríos y ciertos cordones montañosos sean límites para numerosas especies, mientras que otros no? Ninguna de estas preguntas puede ser satisfactoriamente respondida mientras no tengamos la distribución de numerosas especies determinada con exactitud.

Durante mi residencia en el distrito de Amazonas aproveché cada oportunidad para determinar los límites de las especies, y pronto hallé que el Amazonas, el Rio Negro y el Madeira forman los límites más allá de los cuales ciertas especies nunca pasaron. Los cazadores nativos están perfectamente familiarizados con este hecho, y siempre cruzan el río cuando quieren conseguir animales particulares, que son hallados incluso en la orilla del río de un lado, pero nunca ni por casualidad en el otro. Al acercarnos al nacimiento de los ríos deja de haber un límite, y la mayoría de las especies se encuentran a ambos lados de ellos. Así es que varias especies de Guayana llegan al Rio Negro y al Amazonas, pero no los pasan; por el contrario especies brasileras alcanzan pero no pasan el Amazonas hacia el norte. De Ecuador, varias especies del este de los Andes llegan a descender dentro de la lengua de tierra entre el Rio Negro y el Amazonas superior, pero no pasan ninguno de estos ríos, y otras de Perú están limitadas al norte por el Amazonas superior, y al este por el Madeira. De esta forma hay cuatro distritos, el de la Guayana, el de Ecuador, el de Perú y el de Brasil, cuyos límites a uno de sus lados están determinados por los ríos que he mencionado.

Al ir remontando el Rio Negro la diferencia entre ambos lados del río es muy marcada.

En la parte más baja del río se encontrará al norte el Jacchus bicolor y el Brachyurus Couxiu, y al sur el Pithecia bigote rojo. Más arriba se encontrará al norte el Ateles paniscus, y al sur el nuevo Jacchus negro y el Lagothrix Humboldtii.          

Spix, en su trabajo sobre los monos de Brasil, frecuentemente refiere, “orillas del Rio Amazonas” como una localidad, no estando aparentemente al tanto de que las especies halladas en uno de los lados muy frecuentemente no se presentan en el otro, aunque el hecho es en general conocido por los nativos. En estas observaciones me he referido solamente a los monos, pero el mismo fenómeno ocurre tanto con aves como con insectos, como lo he observado en muchas instancias. 

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Texto en versión original en inglés: John van Wyhe, ed. 2012-. Wallace Online. (http://wallace-online.org/). RECORD: S008. Wallace, A. R. 1852. On the monkeys of the Amazon. Proceedings of the Zoological Society of London 20 (14 December): 107-110.

martes, 19 de abril de 2016

Sobre el Pájaro-paraguas (Cephalopterus ornatus), “Ueramimbé”, L. G. Por ALFRED R. WALLACE. Comunicado por MR. S. STEVENS.

Habiendo tenido la oportunidad de observar a esta singular ave en su país nativo, algunos comentarios sobre sus características y hábitos pueden quizás ser no poco interesantes, a la vez que un cargamento que he enviado ya habría llegado a Inglaterra.

El pájaro-paraguas tiene aproximadamente el tamaño de un cuervo, promediando unas 18 pulgadas de largo. Su color es enteramente negro, pero que cambia a tonos de azul metálico en el borde externo de las plumas. El color del iris es gris blanquecino. Es un ave poderosa, con un pico muy grande y fuerte, las patas cortas, y las garras agudas.

A no ser por su cresta y el mechón del cuello, a un observador común no le parecería nada más que un cuervo de patas cortas.

La cresta es quizás la más desarrollada y hermosa de cualquier ave conocida. Está compuesta de plumas largas y finas, que surgen de una piel contráctil sobre la cabeza. Los cañones son color blanco y los penachos azul brillante, semejantes a cabellos, y están curvados hacia afuera en la punta. Cuando la cresta está relajada, los cañones forman una masa blanca compacta, que se inclina hacia arriba desde la parte superior de la cabeza, y es coronada por densos penachos pilosos. Incluso en esta posición la cresta no deja de ser elegante, pero es cuando se despliega por completo que su peculiaridad se manifiesta. Los cañones entonces irradian hacia todos lados desde la cima de la cabeza, llegando en el frente más allá y más abajo que la parte superior del pico, el cual queda completamente escondido a la vista. En ese momento la parte de arriba forma un domo perfecto, ligeramente alargado, de un hermoso color azul brillante, teniendo un punto de divergencia por detrás del centro, como el de la cabeza humana. El largo de este domo de adelante a atrás es de unas 5 pulgadas, el ancho de 4 a 4 ½ pulgadas. El otro apéndice singular de esta ave es el mechón del cuello. Este es un largo y cilíndrico mechón de plumas que surgen de la mitad del cuello, y bien puede ser llevado cerca del pecho o inflado y colgando al frente. Las plumas se superponen, como en escalera, y están bordeadas con delicado azul metálico.

Al examinar la estructura de este mechón, se encuentra que no está compuesto sólo de plumas que crecen desde el cuello, como parece haber sido supuesto hasta ahora. La piel del cuello está muy floja; de hecho, más suelta y agrandada que en cualquier ave de la que yo sepa. De la parte de abajo crece una protuberancia carnosa cilíndrica tan gruesa como una pluma de ganso y de una pulgada y media de largo. De ésta salen las plumas, produciendo así el hermoso mechón cilíndrico bastante despegado del pecho, y formando un ornamento tan único y elegante como la cresta misma.
        
Cuando el ave está en movimiento, ya sea volando o alimentándose, la cresta está relajada y el mechón es cargado cerca del pecho, no siendo llamativa. Cuando descansa durante el día, la cresta está totalmente expandida, y el mechón bastante agrandado y colgando hacia adelante. De noche, cuando duerme, todas las plumas son infladas hasta su máximo, y a veces la cabeza es girada hasta el punto de dejar al domo de la cresta en medio de la espalda. El ave presenta entonces una apariencia de lo más singular, sin que se vean la cabeza y las patas, sólo notándose el mechón y la cresta entre una masa de plumas.

Me fue posible hacer estas observaciones al tener un bonito macho vivo por diez días. Éste había recibido un disparo en la cabeza, pero no pareció sufrir los efectos dañinos, hasta que al décimo día cayó repentinamente de su percha y murió. Hallé, al quitarle la piel, que el disparo había roto su cráneo y entrado al cerebro.

El pájaro-paraguas habita las islas de los ríos, no siendo visto nunca en tierra firme. Es totalmente arbóreo, no descendiendo nunca al suelo. Su alimento son varias clases de frutos, pero cuando estos son escasos come insectos: mi cazador vio uno con una gran araña peluda (Mygale) en su boca. Al tomar un insecto o fruto, éste golpea su pico contra su percha varias veces, aparentemente para matarlo o ablandarlo, o asegurarlo más firmemente en su pico, y entonces luego de dos o tres mordidas lo engulle entero. Algunos de los frutos que come son de alrededor del tamaño de una ciruela, y tienen un carozo, que es expulsado por la boca una hora o dos después de comer.   

Su llamado es muy fuerte y profundo, y es por éste que ha recibido su nombre indio de “Ueramimbé”, que significa “pájaro-trompeta“.  Hace sonar su voz temprano en la mañana y en la tarde. Frecuenta los árboles más altos del bosque, pero se dice que construye su nido bastante más abajo. Su nido estaría hecho muy toscamente de palitos, y los jóvenes estando muy desnudos serían muy feos.  No he sido capaz de determinar el color ni el tamaño de los huevos.

Al remontar el Amazonas, aparece primero frente a la boca del Madeira, en algunas islas. En el Sohuives, tan lejos como los límites del Brasil, también se lo encuentra, y probablemente más allá. Sin embargo, el Rio Negro es su lugar principal; y allí, en las numerosas islas de ese río, es muy abundante. Se extiende al menos cuatrocientas millas río arriba, y muy probablemente mucho más lejos. No he oído de su presencia en el Rio Branco, Madeira, u otro de los grande tributarios del Amazonas. He sido informado por un cazador, que hacia donde nace el Rio Negro se encuentra otra especie, y espero pronto tener los medios para verificarlo.

Barra do Rio Negro, 10 de marzo, 1850.
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Texto en versión original en inglés: John van Wyhe, ed. 2012-. Wallace Online. (http://wallace-online.org/). RECORD: S005. Wallace, A. R. 1850. On the Umbrella Bird (Cephalopterus ornatus), "Ueramimbé," L.G. Proceedings of the Zoological Society of London 18 (23 July): 206-207.

domingo, 17 de abril de 2016

Relato de la Búsqueda de Aves del Paraíso. Por ALFRED R. WALLACE, F.Z.S.

Habiendo visitado la mayoría de las islas habitadas por los Paradiseae, con la esperanza de obtener buenos especímenes de esas extraordinarias aves, y algún conocimiento de sus hábitos y distribución, he pensado que un resumen de mis varios viajes, con las causas que condujeron a su éxito sólo parcial, podría ser no poco interesante.

Hacia el cierre del año 1856, estando entonces en Macassar en la isla de Célebes, me presentaron al capitán de un prao que comerciaba con las Islas Aru, quien me aseguró que dos clases de Aves del Paraíso eran abundantes allí, la de tipo grande amarilla y la pequeña roja; las Paradiseae apoda y regia de los naturalistas.   

Él parecía pensar que no había ninguna duda de que yo podría obtenerlas ya sea comprándoselas a los nativos o cazándolas yo mismo. Así entusiasmado, acordé con él un pasaje de ida y de vuelta (su estadía sería de seis meses), y realicé todos mis preparativos para empezar hacia mitad de diciembre.
Nuestro navío era un prao malayo de unas 100 toneladas de carga, difiriendo ampliamente de cualquier cosa vista en aguas europeas. La cubierta se inclinaba descendiendo hacia la proa, los dos timones estaban colgados de mimbres y sogas en la popa, los mástiles eran triángulos parados en las cubiertas, y la enorme vela de esterilla, considerablemente más larga que la embarcación, con su percha de bambús, se elevaba en un gran ángulo, compensando la baja altura del mástil. En ese extraño navío, que, bajo circunstancias muy favorables, avanzaba a casi cinco millas por hora, y con tripulantes buguineses, quienes parecían tener una voz en casos de dificultad o peligro, hicimos el viaje de alrededor de mil millas perfectamente seguros y muy amenamente; de hecho, de todos los viajes por mar que realicé, este fue uno de los más placenteros.

Al llegar al asentamiento comercial de los buguineses en Dobbo, hallé que la pequeña isla en la que está situado no contenía ningún Ave del Paraíso. Cuando estaba tratando de organizar un viaje a la isla mayor, una flotilla de piratas de Magindano hizo aparición, provocando estragos, y alborotando todo el lugar; y fue sólo algún tiempo después de que se habían ido que la confianza comenzó a recuperarse, y los nativos pudieron ser persuadidos a emprender el más corto viaje. Esto me demoró dos meses en Dobbo sin ver un Ave del Paraíso.

Cuando, sin embargo, arribé a la isla principal y remonté un pequeño arroyo hasta una aldea nativa, pronto obtuve un espécimen del adorable P. regia, que, cuando me fue traído por primera vez, despertó en mí una admiración y un deleite tan grandes como nunca he sentido en ocasión similar. No vería aún a la especie más grande; y los nativos me aseguraron que pasarían algunos meses antes de que su plumaje alcanzara la perfección, cuando acostumbraban a congregarse y podría ser obtenida más fácilmente. Esto resultó ser correcto; y fue unos cuatro meses después de mi llegada a Dobbo que obtuve mi primer espécimen de P. apoda con plumaje completo. Esto fue cerca del centro de la isla grande de Aru; y allí, con la asistencia de los nativos, conseguí la primera buena serie que arribó a Inglaterra.

Mientras estuve en Dobbo tuve frecuentes conversaciones con los comerciantes buguineses y con el Rajah de Goram, quienes me aseguraron que en la parte norte de nueva Guinea podría viajar con seguridad, y que en Mysol, Waigiou, Salwatty y Dorey podría obtener todas las clases diferentes de Paradiseae. Sus relatos me entusiasmaron tanto que no podía pensar en nada más; y luego de otra excursión en Célebes me dirigí a Ternate, la mejor base para las Moluccas y Nueva Guinea. Habiendo encontrado una goleta próxima a partir en su viaje anual de comercio hacia la costa norte de Nueva Guinea, convine un pasaje a Dorey, y el ser recogido al retorno del navío luego de un intervalo de tres o cuatro meses. Arribamos allí, luego de un tedioso viaje, en abril de 1858, y empecé mi segunda búsqueda de Aves del Paraíso.

Fui a Dorey confiando por completo en que tendría éxito, y me creía extremadamente afortunado de poder visitar esa particular localidad; porque fue allí que Lesson, en el barco de exploración francés “Coquille”, obtuvo de los nativos pieles de al menos ocho especies, Paradiseae papuanaregiamagnificasuperba, sexsetaceaAstrapia nigraEpimachus magnusSericulus aureus. ¡Era toda una posibilidad para mí! La sola ilusión me hacía emocionar con expectativa.

Mi decepción puede por tanto ser imaginada cuando, prontamente luego de llegar, mis brillantes esperanzas se oscurecieron. En vano pregunté por los cazadores de aves nativos; ninguno sería encontrado allí; y los habitantes me aseguraron que ni una sola Ave del Paraíso de ninguna clase fue jamás preparada por la gente de Dorey, y que sólo la amarilla común (P. papuana) era hallada en el distrito. Así se presentaron las cosas; por lo que no pude conseguir más que unas pocas P. papuana, algunas hembras de P. regia y un macho joven de Seleucides alba, una especie que Lesson no menciona.  Sin embargo, Lesson indudablemente obtuvo todas las aves que menciona en Dorey; pero los nativos son grandes comerciantes y están constantemente haciendo viajes a lo largo de la costa y a las islas vecinas, donde compran Aves del Paraíso y las venden nuevamente a los praos buguineses, comerciantes de Molucca y barcos balleneros que anualmente visitan el puerto de Dorey. Lesson debe haber estado allí en un buen momento, cuando debió darse una acumulación de aves; yo en uno malo, por lo que no pude comprar una sola ave rara durante todo el tiempo que permanecí allí. También sufrí mucho por la visita de un vapor holandés que hacía una exploración cartográfica, el cual, por la necesidad de carbón, estuvo en el puerto de Dorey por un mes; y durante ese tiempo no obtuve nada de los nativos, cada espécimen era llevado a bordo del vapor, donde las aves e insectos más comunes eran comprados a altos precios. Durante ese período dos pieles de Astrapia nigra fueron traídas por un comerciante buguinés y vendidos a un ornitólogo amateur a bordo; y nunca tuve otra chance de conseguir una piel de esta rara y hermosa ave.

Toda la gente en Dorey estuvo de acuerdo de que Amberbaki, cerca de 100 millas al oeste, era el lugar para las Aves del Paraíso, y que casi todas las diferentes clases serían encontradas allí. Determinado a esforzarme para mantenerlos seguros, envié mis dos mejores hombres con diez nativos y una gran cantidad de bienes para estar una quincena allí, con instrucciones de cazar y comprar todo cuanto pudieran. Ellos volvieron, aunque no trajeron absolutamente nada. No pudieron comprar otras pieles más que las del común P. papuana, y no hallaron ningún ave excepto por un único espécimen de P. regia. Se les aseguró que todas las aves provenían de un viaje de dos o tres días en el interior, por sobre varios cordones de montañas, y nunca eran vistas cerca de la costa. La gente de la costa nunca va hacia allá, ni lo hacen los montañeses quienes las matan y evitan que lleguen a la costa, pero se las venden a los habitantes de las aldeas intermedias, donde la gente de la costa va a comprarlas. Ésta se las vende a la gente de Dorey o a algún otro comerciante nativo; de modo tal que los especímenes que Lesson compró habían ya pasado por tres o cuatro manos.

Estas decepciones, con una escasez de comida que a veces se acercó a la inanición, y enfermedad casi constante tanto en mí mismo como en mis hombres, uno de quienes murió por disentería, me hicieron sentir muy alegre cuando la goleta retornó y me sacó de Dorey. Había ido allí con las más brillantes esperanzas, las cuales pensé que estaban plenamente justificadas por los hechos que se conocían antes de mi visita; y sin embargo, en lo que concierne a mi objetivo especial (las Aves del Paraíso), no conseguí prácticamente nada.       
            
Estando mi ardor por los viajes a Nueva Guinea un tanto abatido, por el siguiente año y medio me dediqué a las Moluccas; pero en enero de 1860, habiéndoseme unido (cuando en Amboyna) mi asistente Mr. Allen, tracé un plan para explorar más del país de las Paradiseae, enviando a Mr. Allen a Mysol, mientras yo, luego de hacer el circuito de la isla de Ceram, pasaba a visitarlo con equipamiento y  provisiones para proseguir a Waigiou, retornando ambos independientemente para reunirnos en Ternate en el otoño.  

Me fue asegurado por comerciantes de Goram y buguineses que Mysol era el mejor lugar para las Aves del Paraíso, y que allí eran más bellas y abundantes  que en cualquier otro sitio. Para Waigiou tenía, además de la autoridad de los comerciantes nativos, la de Lesson, quien visitó la costa norte por unos pocos días, y menciona siete especies de Aves del Paraíso que compró allí.

Estas dos prometedoras expediciones se volvieron desafortunadas en todo aspecto. Al  llegar a Goram, luego de mucha dificultad y demora, encontré imposible realizar el viaje que había proyectado sin una embarcación de mi propiedad. Compré entonces un pequeño prao nativo de unas ocho toneladas, y luego de gastar un mes en reforzarla y adaptarla, y habiendo con gran dificultad conseguido una tripulación nativa, pagándoles la mitad de su salario por adelantado, y superando todas las dificultades y objeciones que cada uno de ellos hizo a empezar cuando todo estaba listo, finalmente partimos, y me sentí orgulloso por lo favorable de mis chances. Al tocar Ceramlaut, el punto de encuentro de los comerciantes de Nueva Guinea, invertí todo mi escaso efectivo en artículos para trocar con los nativos, y luego proseguí  hacia Mysol.

Al siguiente día, sin embargo, estando obligado a anclar en la costa este de Ceram por mal tiempo, toda mi tripulación huyó durante la noche, dejándome a mí y a mis dos cazadores de Amboyna para que sigamos como pudiéramos. Con gran dificultad conseguí otros hombres para que nos llevaran hasta Wahai, en la costa norte de Ceram, frente a Mysol, y allí tuve oportunidad de tomar una improvisada tripulación de cuatro hombres dispuestos a ir conmigo a Mysol, Waigiou y Ternate. En el lugar encontré una carta de Mr. Allen, contándome que le faltaba arroz y otras cosas básicas, y estaba esperando mi llegada para ir a la costa norte de Mysol, donde solamente las Paradiseae podrían ser obtenidas.

Tratando de cruzar el estrecho, de setenta millas de ancho, entre Ceram y Mysol, sopló un fuerte viento este que nos desvió de nuestro curso; de manera tal que pasamos al oeste de la isla sin posibilidad de volver hacia ella. Mr. Allen, siéndole imposible vivir sin arroz, debió retornar a Wahai, muy contra su voluntad, y estuvo allí dos meses esperando un suministro desde Amboyna. Cuando fue capaz de retornar a Mysol, tuvo sólo una quincena en el mejor sitio en la costa norte, cuando el último bote de la temporada partió, y se vio obligado a aprovechar su última chance de regresar a Ternate. 

Durante esta desafortunada serie de accidentes sólo fue capaz de conseguir un único espécimen de P. papuana, que allí es más bello que en la mayoría de los otros lugares, algunos de Cicinnurus regius y de P. magnifica sólo una piel nativa, aunque esta hermosa y pequeña especie no es rara en la isla, y durante una estadía más larga podría haber sido obtenida fácilmente. 

Mi propio viaje estuvo plagado de infortunios. Luego de pasar Mysol, perdí dos de mis escasos tripulantes en una pequeña isla desierta, al romperse nuestra ancla mientras ellos estaban en la costa, y una fuerte corriente nos arrastrara alejándonos rápidamente. Uno de ellos era nuestro piloto; y, sin un mapa o conocimiento alguno de las costas, tuvimos que andar torpemente sin la tripulación necesaria nuestro camino entre piedras y arrecifes e innumerables islas que rodean las costas rocosas de Waigiou. Nuestra pequeña embarcación estuvo cinco veces en las rocas en el lapso de veinticuatro horas, y un poco más de viento o marejada habría en varios casos provocado nuestra destrucción. Al llegar a nuestro lugar de descanso en la costa sur de Waigiou, inmediatamente envié un bote nativo a la búsqueda de mis marineros perdidos, el cual, sin embargo, retornó en una semana sin ellos, debido al mal tiempo. Nuevamente fueron persuadidos a hacer el intento, y esta vez retornaron con ellos muy débiles y demacrados,  ya que habían vivido un mes en un mero banco de arena, de alrededor una milla de diámetro, subsistiendo de mariscos y los brotes suculentos de una Bromelia salvaje.   

Me dediqué entonces a una investigación de la historia natural de Waigiou, con grandes expectativas generadas por el relato de Lesson, quien dice haber comprado las tres verdaderas Paradiseae, además de P. magnifica y P. sexsetacea, con Epimachus magnus y Sericulus aureus, en la isla, y menciona también varios raros Psittaci como probablemente hallados allí. Sin embargo, pronto verifiqué a partir del testimonio universal de los habitantes, confirmado luego por mi propia observación, que ninguna de estas especies existe en la isla, excepto por P. rubra, que es la única representante de Paradiseidae y Epimachidae, y está estrictamente limitada a este sitio.    

Con una cantidad de dificultades mayor a la habitual, privaciones y hambre, logré obtener una buena serie de esta hermosa y extraordinaria ave; y tres meses de colectar diligentemente  no produjeron otra especie merecedora de atención. Los loros y palomas eran todos de especies conocidas; y no había realmente nada en la isla que la hiciera valer la pena para ser visitada por un naturalista, excepto por P. rubra, que no puede ser obtenida en ninguna otra parte.       
   
Nuestras dos expediciones a dos casi desconocidas islas papuanas agregaron tan sólo una especie a los Paradiseae que antes había obtenido de Aru y Dorey. Estos viajes nos ocuparon por casi un año; separándonos en Amboyna en febrero, y reuniéndonos nuevamente en Ternate en noviembre, y no fue hasta el siguiente enero que cualquiera de ambos fue capaz de empezar otra vez en un viaje nuevo.

En Waigiou aprendí que las Aves del Paraíso provienen todas de tres lugares en la costa norte, entre Salwatty y Dorey: Sorong, Maas y Amberbaki. Para el último traté sin éxito desde Dorey; para Maas, se dice que los nativos que consiguen las aves viven a un viaje de tres días hacia el interior, y que son caníbales; pero para Sorong, que está cerca de Salwatty, ellos estaban a sólo un día de la costa, y eran menos peligrosos para visitarlos. En Mysol, Mr. Allen había recibido cierta información similar; y por tanto resolvimos que él debería hacer otro intento en Sorong, donde se nos aseguraba que todas las clases podrían ser obtenidas. Estando la totalidad del país bajo la jurisdicción del Sultán de Tidore, obtuve, a través del residente Holandés en Ternate, un teniente de Tidore y dos soldados para acompañar a Mr. Allen como una protección, y para facilitar sus operaciones consiguiendo hombres y visitando el interior.

A pesar de estas precauciones, Mr. Allen se enfrentó con dificultades en este viaje que no habíamos  encontrado antes. Para entenderlo, es necesario considerar que las Aves del Paraíso son un artículo de comercio, y son el monopolio de los jefes de las aldeas costeras, quienes las obtienen a bajo precio de los montañeses, y se las venden a los comerciantes buguineses. Una parte es también pagada cada año como tributo al Sultán de Tidore. Los nativos son por tanto muy celosos de un extraño, especialmente un europeo, interfiriendo con su comercio, y más aun yendo hacia el interior para tratar con los montañeses por su parte. Pensaban por supuesto que él aumentaría los precios en el interior, y bajaría la demanda en la costa, para su enorme desventaja; pensaban también que su tributo sería aumentado si un europeo volvía trayendo consigo una cantidad de las clases raras; y tenían además un vago y muy natural temor de alguna intención oculta en un hombre blanco llegando con tantas dificultades y gastos a su país sólo para conseguir Aves del Paraíso, de las que ellos sabían podían ser compradas en cantidad en Terrnate, Macassar o Singapur.

Ocurrió entonces que cuando Mr. Allen arribó a Sorong y explicó sus intenciones  de ir a buscar Aves del Paraíso en el interior, se elevaron innumerables objeciones. Se le dijo que eran tres o cuatro días  de viaje por pantanos y montañas; que los montañeses eran salvajes y caníbales, que de seguro lo matarían; y, finalmente, que no podría encontrarse en la aldea un hombre que se atreviera a ir con él. Luego de pasar algunos días en estas discusiones, como él aún insistía en hacer el intento, y les mostró su autoridad proveniente del Sultán de Tidore como para ir a donde le placiera y recibir toda asistencia, ellos le proveyeron de un bote para ir la primera parte del viaje río arriba; sin embargo, al mismo tiempo mandaron órdenes en secreto hacia las aldeas del interior para que se rehusaran a venderle provisiones, para así obligarlo a retornar. Al arribar a la aldea donde debía abandonar el río y penetrar tierra adentro, la gente de la costa se regresó, dejando a Mr. Allen para que continuara como pudiera. Aquí el recurrió al teniente de Tidore para que lo asistiera y procurara hombres como guías y para cargar su equipaje a las aldeas de los montañeses. Esto, sin embargo, no fue hecho tan fácilmente; una discusión tuvo lugar, y los nativos, rehusándose a obedecer las órdenes un tanto duras del teniente, sacaron sus cuchillos y lanzas para atacarlo a él y sus soldados, y Mr. Allen se vio obligado a interferir para proteger a aquellos que habían ido para cuidarlo. El respeto debido a un hombre blanco y el oportuno reparto de algunos regalos prevaleció; y al mostrar los cuchillos, hachas y cuentas que estaba dispuesto a dar a aquellos que lo acompañaran, se restauró la paz, y al día siguiente, viajando por un terreno terriblemente irregular, llegaron  a las aldeas de los montañeses. Aquí Mr. Allen permaneció un mes, sin ningún intérprete mediante el cual pudiera entender una sola palabra o comunicar una necesidad. Sin embargo, mediante señas y regalos y numerosos trueques se las arregló bastante bien, con algunos de ellos acompañándolo todos los días al bosque para cazar,  y recibiendo un pequeño presente en caso de éxito.

Sin embargo, en el importante asunto de las Aves del Paraíso, fue poco lo que se hizo. Sólo una especie adicional fue hallada, el Seleucides alba, del cual él ya había obtenido un espécimen en la isla de Salwatty en su camino a Sorong; por lo que en este tan aclamado lugar en las montañas, y entre nativos atrapa aves, nada nuevo se consiguió. El P. magnifica, decían, se encontraba allí, pero era escaso; el Sericulus aureus también raro; Epimachus magnus, Astrapia nigra, Parotia sexsetacea y Lophorina superba no estaban ahí, sino sólo mucho más allá en el interior, además del pequeño y adorable loro Charmosyna papuana. Es más, ni en Sorong ni en Salwatty pudo él obtener una sola piel nativa de las especies más raras.

Así concluyó mi búsqueda de estas hermosas aves. Cinco viajes a diferentes partes del distrito que habitan, cada uno ocupando para su preparación y ejecución la mayor parte de un año, me dieron sólo cinco especies de las trece que se sabe existen en Nueva Guinea. Las clases conseguidas son aquellas que habitan las zonas cercanas a las costas de Nueva Guinea y sus islas, las restantes parecerían estrictamente confinadas a las extensiones montañosas centrales de la península norte; y nuestras investigaciones en Dorey y Amberbaki, cerca de un extremo de esta península, y en Salwatty y Sorong, cerca del otro, me posibilitaron determinar con cierta certeza el lugar nativo de estas raras y adorables aves, de las cuales buenos especímenes no han sido vistos nunca aún en Europa. Debe considerarse como algo en cierto modo extraordinario que durante cinco años  de residencia y viajes en Célebes, las Moluccas y Nueva Guinea nuca fui capaz de comprar pieles de la mitad de las especies que Lesson, cuarenta años atrás, obtuvo durante unas pocas semanas en los mismos países. Creo que todas, excepto la especie de comercio habitual, son ahora mucho más difíciles de obtener de lo que eran incluso veinte años atrás; y lo atribuyo principalmente al haber sido perseguidas por los oficiales holandeses a través del Sultán de Tidore. Los jefes de las expediciones anuales para recolectar el tributo, han tenido órdenes de conseguir todos los raros tipos de Aves del Paraíso; y como pagan poco o nada por ellos (es suficiente decir que son para el Sultán), los jefes de las aldeas costeras podrían rehusarse en el futuro a comprarlas a los montañeses, restringiéndose en cambio a las especies más comunes, que son menos buscadas por los amateurs, pero son para ellos una mercancía rentable. Las mismas causas frecuentemente conducen a los habitantes de países no civilizados a ocultar algunos minerales u otros productos naturales que les pueden ser conocidos, por miedo a pagar un tributo mayor, o por traer hacia ellos una nueva labor opresiva.

He dado este breve resumen de mi búsqueda de las Aves del Paraíso, deteniéndome apenas en las muchas dificultades y peligros que pasé, porque temo que los algo escasos resultados de mis actividades puedan haber llevado a la opinión de que fallaron por falta de juicio o perseverancia. Sin embargo, confío en que la mera enumeración de mis viajes mostrará que la paciencia y perseverancia no faltaron en absoluto; pero debo declararme culpable de haber sido confundido y mal informado, primero por Lesson y luego por todos los comerciantes nativos, no habiéndoseme ocurrido nunca (y creo que no se le ha ocurrido a nadie), que las aves difícilmente habitan los distritos en los que más frecuentemente pueden ser compradas. Pero así son las cosas, porque ni en Dorey, ni en Salwatty, ni en Waigiou, ni en Mysol se encontrará viva alguna de las especies más raras. No sólo esto, incluso en Sorong, donde los jefes de Waigiou van cada año y compran toda clase de Aves del Paraíso, resulta que la mayoría de los especímenes son traídos desde las extensiones montañosas centrales por los nativos de esos lugares, y alcanzan la costa en sitios donde no es seguro ir para los praos de comerciantes, debido a la falta de ancladeros en una costa con rocas expuestas.

La naturaleza parece haber tomado todas las precauciones para que estos, sus tesoros más preciados, no puedan perder valor por ser conseguidos muy fácilmente. Primero, encontramos una costa abierta, sin puerto, inhóspita, expuesta por completo al oleaje del Océano Pacífico; luego, un país accidentado y montañoso, cubierto con densos bosques, que presenta en sus pantanos y precipicios y cumbres aserradas una barrera casi infranqueable hacia las regiones centrales; y finalmente, una raza del carácter más salvaje y despiadado, en el estado más bajo de civilización. En tal país y entre tal gente son encontradas estas maravillosas producciones de la naturaleza. En esa desolación impenetrable ellas deben exhibir esa exquisita belleza y ese maravilloso desarrollo de plumaje, para provocar admiración y asombro entre las más civilizadas y más intelectuales razas del hombre. Una pluma es de por sí un objeto maravilloso y bello. Un ave vestida con plumas es casi necesariamente una criatura hermosa. Cuánto, entonces, debemos asombrarnos y admirar la modificación de plumas simples en las cintas rígidas, lustrosas y onduladas que adornan a P. rubra, la masa de plumas etéreas en P. apoda, los penachos y “alambres” de Seleucides alba, o los capullos dorados portados sobre ligeros tallos que surgen de la cola de Cicinnurus regius; mientras que sólo gemas y metales pulidos pueden compararse con los tonos que adornan el pecho de Parotia sexsetacea y Astrapia nigra, y las inmensamente desarrolladas plumas del hombro de Epimachus magnus.

Señalaré ahora la distribución de las especies de Aves del Paraíso, hasta donde fui capaz de establecer. Las Islas Aru contienen P. apoda y P. regia; y no tenemos conocimiento positivo de que  P. apoda se encuentre en algún otro lugar. Mysol tiene P. papuana, P. regia y P. magnifica; Waigiou solamente P. rubra. Salwatty, aunque tan cerca de Nueva Guinea, no tiene ningún Paradiseae que se restrinja a ella, pero posee P. regia, P. magnifica, Ep. Albus y Sericulus aureus. La isla de Jobie, y las Islas Mysory más allá de ésta, sin duda contienen verdaderas Paradiseae; pero no se sabe qué especies además de P. papuana. Los distritos costeros de la parte norte de Nueva Guinea contienen P. papuana y P. regia distribuidas bastante en general, mientras que P. magnifica, P. alba y Sericulus aureus son escasas y locales. Finalmente, las montañas centrales de la península norte están habitadas por Lophorina superba, Parotia sexsetacea, Astrapia nigraEpimachus magnus y Craspedophora magnifica; y aquí también existen probablemente los singulares Diphyllodes wilsoni y Paradigalla carunculata.

El más ampliamente distribuido de los Paradiseae es por tanto el pequeño P. regia, el cual es hallado en cada isla excepto en Waigiou. Le sigue, probablemente más abundante en individuos, P. papuana,
faltando solamente en Aru, Salwatty y Waigiou. La próxima especie más ampliamente distribuida es P. magnifica, estando en dos islas (Salwatty y Mysol) como también en continente. Las otras especies son todas halladas sólo en continente, con la excepción de P. apoda (probablemente restringida a Aru) y P. rubra, la que, estando ciertamente confinada a la pequeña isla de Waigiou, presenta el rango más restringido de toda la familia.

Es interesante destacar que todas las islas en las que verdaderas Paradiseae son halladas están conectadas por bancos poco profundos con la masa continental de Nueva Guinea. La línea de cien brazas incluye a las islas de Aru, Mysol, Waigiou y Jobie, las que probablemente han estado, en un período geológico no distante, conectadas con Nueva Guinea; mientras Ké, Ceram, etc., están separadas de ésta  por mar profundo, y en ellas no existen Paradiseae.

La isla de Gilolo, en la que el género Semioptera está presente, se extiende hacia Waigiou, y tiene a la isla de Guebe exactamente entre las dos, sugiriendo la posibilidad de una conexión allí, pero la profundidad del mar intermedio es desconocida. 

Debe ser considerado como cierto el que cada especie de Ave del Paraíso obtenida de los nativos ha venido de la península norte de Nueva Guinea, siendo esta la parte más frecuentada por los comerciantes malayos. La vasta extensión de país al este de la longitud 136° es desconocida; pero debe haber pocas dudas de que contiene otras y quizás aún más maravillosas formas de este bello grupo de aves. Si miramos alrededor de toda la circunferencia del globo, seremos incapaces de encontrar una región a la vez tan prometedora para el naturalista y tan absolutamente una “terra incognita” como lo es esta gran tierra tropical; y debe tenerse la esperanza de que nuestros exploradores y naturalistas puedan pronto ser inducidos para dirigir su atención a este hasta ahora desconocido país.

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Texto en versión original en inglés: John van Wyhe, ed. 2012-. Wallace Online. (http://wallace-online.org/). RECORD: S67. Wallace, A. R. 1862. Narrative of search after Birds of Paradise. Proceedings of the Zoological Society of London 1862 (27 May): 153-161.

jueves, 14 de abril de 2016

Cronología de los principales eventos en la vida de Wallace (por Charles H. Smith)

Cronología:

1807: Casamiento de los padres de Wallace

8 de enero de 1823: Alfred Russel Wallace nace en Usk, Monmouthshire

Fines de 1836/Principios de 1837: Forzado a abandonar la escuela secundaria; se muda a Londres para alojarse con su hermano mayor, John 

Principios de 1837: Toma contacto por vez primera con los ideales utópicos de Robert Owen y sus seguidores

Mediados de 1837: Se une al mayor de sus hermanos William en Bedfordshire para aprender el oficio de la agrimensura

1840 a 1843: Trabaja como agrimensor en el oeste de Inglaterra y Gales

1841: Se asocia informalmente a la Kington Mechanic's Institution

Principios de 1844: Es contratado como maestro por el Collegiate School en Leicester

1844: Conoce a Henry Walter Bates; asiste a una conferencia y demostración sobre mesmerismo

Febrero de 1845: William muere; Wallace deja el Collegiate School y toma cargo de su negocio

25 de abril de 1848: Wallace y Bates dejan Inglaterra y se dirigen a la Sudamérica Amazónica para iniciar una expedición de coleccionismo de historia natural

12 de julio de 1852: Deja Sudamérica para retornar a Inglaterra; el 6 de agosto su barco se incendia y hunde y diez días después Wallace es rescatado en el mar

1 de octubre de 1852 a marzo de 1854: Principalmente en Londres; en 1853 publica “Palm Trees of the Amazon” (“Árboles de palma del Amazonas”) y “A Narrative of Travels on the Amazon and Rio Negro” (“Viajes en el Amazonas y el Río Negro”)

Marzo de 1854: Deja Inglaterra dirigiéndose al Lejano Oriente para empezar una expedición de coleccionismo de historia natural.

20 de abril de 1854 a 20 de febrero de 1862: Expedición de coleccionismo en el Archipiélago Malayo

Febrero de 1855: Estando en Sarawak escribe “On the Law Which Has Regulated the Introduction of New Species” (“Sobre la ley que ha regulado la introducción de nuevas especies”) para su publicación

Febrero 1858: Escribe “On the Tendency of Varieties to Depart Indefinitely From the Original Type” (“Sobre la tendencia de las variedades a apartarse indefinidamente del tipo original”) y lo envía a Charles Darwin para tener opinión.

1 de julio de 1858: Escritos de Wallace y de Darwin acerca de la selección natural son presentados en una reunión especial de la Sociedad Linneana.

Noviembre de 1859: “On the Zoological Geography of the Malay Archipelago” (“Sobre la 
geografía zoológica del Archipiélago Malayo”), el artículo describiendo la Línea de Wallace, es leído ante la Sociedad Linneana; “On the Origin of Species” (“Sobre el origen de las especies”) de Darwin es publicado

1 de abril de 1862: Retorna a suelo inglés

1 de marzo de 1864: Presenta “The Origin of Human Races Deduced From the Theory of Natural Selection” (“El origen de las razas humanas deducido a partir de la teoría de la selección natural”) en la Sociedad Antropológica de Londres

5 de abril de 1866: Se casa con Annie Mitten, hija del botánico amigo William Mitten

Agosto a septiembre de 1866: The Scientific Aspect of the Supernatural” (“El aspecto científico de lo sobrenatural”) es publicado

9 de marzo de 1869: The Malay Archipelago” (“El Archipiélago Malayo”) es publicado

Principios de 1870 a principios de 1872: Presidente de la Sociedad Entomológica de Londres

Marzo de 1870: Se muda a Barking

Abril de 1870: Contributions to the Theory of Natural Selection” (“Contribuciones a la teoría de la selección natural”) es publicado

Marzo de 1872: Se muda a Grays, Essex

Mayo y junio de 1874: A Defence of Modern Spiritualism” (“Una defensa del espiritualismo moderno”) es publicado

Marzo de 1875: On Miracles and Modern Spiritualism” (“Sobre milagros y espiritualismo moderno”) es publicado

Mayo de 1876:The Geographical Distribution of Animals” (“La distribución geográfica de los animales”) es publicado

Julio de 1876: Se muda a Rose Hill, Dorking

Septiembre de 1876: Presidente, Sección D (Biología) de los encuentros anuales de la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia

1878: Se muda a Croydon; Tropical Nature and Other Essays” (“Naturaleza tropical y otros ensayos”) es publicado 

Octubre de 1880:Island Life” (“La vida de las islas”) es publicado

Marzo de 1881: Se establece la Sociedad para la Nacionalización de la Tierra y Wallace se vuelve su primer presidente

Mayo de 1881: Se muda a Godalming

19 de abril de 1882: Muerte de Charles Darwin

Mayo de 1882: “Land Nationalisation” (“Nacionalización de la tierra”) es publicado

Mediados de otoño de 1886 a fines de verano de 1887: Serie de conferencias en los Estados Unidos y Canadá

Mayo de 1889:Darwinism” (“Darwinismo”) es publicado

Junio de 1889: Se muda a Parkstone, Dorset

Febrero a mayo de 1890: Presenta testimonio ante la Comisión Real de Vacunación

Septiembre de 1890: “Human Selection” (“Selección Humana”) es publicado

1893: Es elegido Miembro de la Sociedad Real      

Noviembre a Diciembre de 1893: “'The Ice Age and Its Work” (“La era de hielo y su trabajo”) es publicado

Septiembre de 1896: Conferencias sobre progreso científico en Davos, Suiza

10 de junio de 1898:The Wonderful Century” (“El siglo maravilloso”) es publicado

Diciembre de 1902: Se muda a Old Orchard, Broadstone (cerca de Wimborne, Dorset)

Octubre de 1903: Man's Place in the Universe” (“El lugar del hombre en el universo”) es publicado

Octubre de 1905: “My Life” (“Mi vida”) es publicado

1 de julio de 1908: Recibe la Medalla Darwin-Wallace de la Sociedad Linneana de Londres

Diciembre de 1908: Recibe la Medalla Copley de la Sociedad Real y la Orden al Mérito de la Corona

22 de enero de 1909: Brinda la conferencia “The World of Life” (“El mundo de la vida”) en la Institución Real

Diciembre de 1910: “The World of Life” (“El mundo de la vida”) es publicado

7 de noviembre de 1913: Muere en Old Orchard

10 de noviembre de 1913: Es sepultado en Broadstone

1 de noviembre de 1915: Un medallón portando el nombre de Wallace es emplazado en la Abadía de Westminster

23 de junio de 1923: Un retrato homenaje a Wallace es descubierto en el Museo de Historia Natural, South Kensington, por Sir Charles S. Sherrington, Presidente de la Sociedad Real

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Traducido de la versión original en inglés, con el permiso de Charles H. Smith.

Disponible en http://people.wku.edu/charles.smith/wallace/chronol.htm