Cada naturalista que haya
dirigido su atención al tema de la distribución geográfica de animales y
plantas, debe haberse interesado en los hechos singulares que éste presenta.
Muchos de estos hechos son muy diferentes de lo que podría haberse anticipado,
y han hasta ahora sido considerados como altamente curiosos, pero
inexplicables. Ninguna de las explicaciones intentadas desde el tiempo de
Linneo es ahora considerada por completo satisfactoria; ninguna de ellas ha
dado una causa suficiente para dar cuenta de los hechos conocidos en esa época,
o ha sido suficientemente abarcativa para incluir todos los nuevos hechos que
desde entonces han sido, y son diariamente, agregados. En los últimos años, sin
embargo, mucha luz ha sido arrojada sobre el tema por investigaciones
geológicas, que han mostrado que el estado presente de la Tierra, y de los
organismos que actualmente la habitan, no es sino la última etapa de una larga
e ininterrumpida serie de cambios sufridos, y consecuentemente, que tratar de
explicar su condición presente sin ninguna referencia a estos cambios (como
frecuentemente se ha hecho) debe conducir a conclusiones muy imperfectas y
erróneas.
Los hechos probados por la
geología son brevemente estos: -Que durante un inmenso, pero desconocido
período, la superficie de la Tierra ha experimentado cambios sucesivos; la
tierra se ha hundido bajo el océano, mientras tierra fresca ha emergido de
éste; cadenas montañosas se han elevado; islas se han tornado continentes, y
continentes se han sumergido hasta transformarse en islas; y estos cambios han
tenido lugar no sólo una vez, sino quizá cientos o tal vez miles de veces: -Que
todas estas actividades han sido más o menos continuas, pero desiguales en su
progreso, y durante la serie completa la vida orgánica de la Tierra ha sufrido
una correspondiente alteración. Esta alteración además ha sido gradual, pero
completa; con ciertos intervalos tras los cuales no existe ninguna especie que
hubiera vivido al comienzo del período. Esta completa renovación de las formas
de vida parece también haber ocurrido varias veces: -Que desde la última de las
épocas geológicas al presente o época histórica, el cambio de la vida orgánica
ha sido gradual: la primera aparición de animales actualmente existentes puede
en muchos casos ser rastreada, con sus números incrementándose gradualmente en
las formaciones más recientes, mientras otras especies continuamente se pierden
y desaparecen, siendo que la presente condición del mundo orgánico se deriva
claramente de un proceso natural de extinción y creación gradual de especies a
partir de los últimos períodos geológicos. Podemos entonces inferir con
certeza cierta clase de gradación y secuencia natural de una época geológica a
otra.
Ahora, tomando esto como un
resumen de los resultados de la indagación geológica, vemos que la presente
distribución de la vida sobre la Tierra debe ser el resultado de todos los
cambios previos, tanto de la propia superficie terrestre como de sus
habitantes. Sin duda han operado muchas causas que aún ignoramos, y podemos por
tanto prever el hallazgo de muchos detalles para los que es muy difícil dar una
explicación, e intentando dar una, debemos permitirnos invocar en nuestro servicio
cambios geológicos que es muy probable que puedan haber ocurrido, aunque no
tengamos evidencia directa de su acción individual.
El gran incremento de nuestro
conocimiento dentro de los últimos veinte años, tanto de la historia presente
como de la historia pasada del mundo orgánico, ha acumulado un cuerpo de hechos
que deberían permitirnos sentar las bases de una ley amplia que los abarque y
explique, y dé una orientación a nuevas investigaciones. Han pasado cerca de
diez años desde que la idea de tal ley se le presentó al escritor de este
artículo, y desde entonces él ha aprovechado cada oportunidad de ponerla a
prueba con todo hecho nuevo establecido del que ha tomado conocimiento, o ha
sido capaz de observar por sí mismo. Todo esto ha servido para convencerlo de
lo correcto de su hipótesis. Entrar de pleno en tal tema ocuparía mucho
espacio, y es sólo como consecuencia de algunas opiniones que han sido
recientemente promulgadas, considera él en una dirección equivocada, que ahora
se atreve a presentar sus ideas al público, sólo con ilustraciones de
argumentos y resultados tan obvias como puedan venírsele a la mente estando él en
un lugar alejado de todos los medios de referencia e información exacta.
Las siguientes proposiciones en
geografía orgánica y geología proveen los hechos principales en los cuales la
hipótesis se sustenta.
Geografía.
- Grandes
grupos, como clases y órdenes, están generalmente dispersos por todo el
mundo, mientras que los más pequeños, como familias y géneros, están
frecuentemente confinados a una porción, frecuentemente a un distrito muy
limitado.
- En
familias ampliamente distribuidas los géneros están a menudo limitados en extensión;
en géneros ampliamente distribuidos, grupos bien definidos de especies son
peculiares a cada distrito geográfico.
- Cuando
un grupo está confinado a un distrito, y es rico en especies, se da casi
invariablemente que las especies más estrechamente relacionadas se
encuentran en la misma localidad o en localidades vecinas linderas, y por
lo tanto la secuencia natural de las especies por afinidad es también
geográfica.
- En
países de un clima similar, pero separados por un amplio mar o elevadas
montañas, las familias, géneros y especies de uno están frecuentemente
representados por familias, géneros y especies estrechamente relacionados
que le son peculiares al otro.
Geología.
- La
distribución del mundo orgánico en el tiempo es muy similar a su presente
distribución en el espacio.
- La
mayoría de los grandes grupos y algunos de los pequeños se extienden a través
de varios períodos geológicos.
- En cada
período, sin embargo, hay grupos peculiares, que no se hallan en ninguna
otra parte, y se extienden a través de una o varias formaciones.
- Especies
de un género, o géneros de una familia que se presentan en el mismo tiempo
geológico están más cercanamente relacionados que aquellos separados en el
tiempo.
- Tal
como generalmente se ve en geografía que no hay especies o géneros
presentes en dos localidades muy distantes sin ser también halladas en
lugares intermedios, se da en geología que la vida de una especie o género
no ha sido interrumpida. En otras palabras, ningún grupo o especie ha
comenzado a existir dos veces.
- La
siguiente ley puede ser deducida de estos hechos: -Cada especie ha comenzado a existir coincidiendo tanto en espacio
como en tiempo con una especie estrechamente relacionada preexistente.
Esta ley concuerda, explica e
ilustra todos los hechos conectados con las siguientes ramas del tema: -1ro. El
sistema de afinidades naturales. 2do. La distribución de animales y plantas en
el espacio. 3ro. Lo mismo en el tiempo, incluyendo todos los fenómenos de
grupos representativos, y aquellos que el Profesor Forbes supone manifiestan
polaridad. 4to. El fenómeno de órganos rudimentarios. Intentaremos brevemente
mostrar su pertinencia en cada uno de estos puntos.
Si la ley arriba enunciada es
cierta, se deduce que la serie natural de afinidades representará además el
orden en que las muchas especies han comenzado a existir, cada una teniendo por
su antitipo inmediato una especie estrechamente relacionada existente al
momento de su origen. Es evidentemente posible que dos o tres especies
diferentes pueden haber tenido un antitipo común, y que cada una de ellas puede
a su vez haberse tornado el antitipo a partir del cual otras especies
estrechamente relacionadas fueron creadas. El efecto de esto sería, si cada
especie hubiera tenido sólo una nueva especie formada en base a su modelo, una
línea de afinidades que será simple, y puede ser representada ubicando en
sucesión directa las varias especies en una línea recta. Pero si dos o más
especies se han formado independientemente según el plan de un antitipo común,
entonces la serie de afinidades será compuesta, y sólo podrá ser representada
por una línea bifurcada o que se abre en muchas ramas. Ahora, todos los
intentos de clasificación y arreglo naturales para los seres vivos muestran que
ambos de estos planes se han dado en la creación. A veces la serie de
afinidades puede por un espacio ser bien representada mediante una progresión
directa de especie a especie o de grupo a grupo, pero generalmente se encuentra
imposible el continuar de esta manera. Ocurren constantemente dos o más
modificaciones de un órgano o modificaciones de dos distintos órganos, que nos
conducen a dos diferentes series de especies, que a la larga difieren tanto
entre sí como para formar distintos géneros o familias. Estas son las series
paralelas o grupos representativos de los naturalistas, y a menudo ocurren en
diferentes países, o se las encuentra de forma fósil en diferentes formaciones.
Se dice que tienen una analogía entre sí cuando se alejan tanto de su antitipo común como para diferir en muchos
puntos importantes de estructura, mientras que aún preservan un parecido de
familia. Vemos entonces lo difícil que es determinar en cada caso si una
relación dada es una analogía o una afinidad, porque es evidente que a medida
que vamos hacia atrás a lo largo de las series paralelas o divergentes, hacia
el antitipo común, la analogía que existía entre los dos grupos se torna una
afinidad. Estamos también al tanto de la dificultad de llegar a una
clasificación verdadera, incluso en un grupo pequeño y perfecto; -en el estado
real de naturaleza esto es casi imposible, siendo las especies tan numerosas y
las modificaciones de forma y estructura tan variadas, surgiendo probablemente
del inmenso número de especies que han servido como antitipos para las especies
existentes, y producido así una ramificación complicada de las líneas de
afinidad, tan intrincada como los brotes de un roble retorcido o el sistema
vascular del cuerpo humano. Una vez más, si consideramos que tenemos sólo
fragmentos de este vasto sistema, el tallo y ramas principales siendo
representados por especies extintas de las cuales no tenemos conocimiento,
mientras que una vasta masa de ramas y gajos y minúsculos brotes y hojas
dispersas es lo que tenemos para poner en orden, y determinar la verdadera
posición que cada uno originalmente ocupó con respecto a los otros, se nos
vuelve patente la total dificultad del verdadero Sistema Natural de
clasificación.
Nos encontraremos entonces
obligados a rechazar todos aquellos sistemas de clasificación que dispongan
especies o grupos en círculos, como también aquellos que fijan un número
definido para las divisiones de cada
grupo. La última clase ha sido generalmente muy rechazada por los naturalistas,
como contraria a la naturaleza, a pesar de la habilidad con la que ha sido
defendida; pero el sistema circular de afinidades parece haber obtenido un
respaldo más profundo, con muchos naturalistas eminentes habiéndolo adoptado en
alguna medida. Sin embargo, nunca hemos sido capaces de encontrar un caso en el
cual el círculo se haya cerrado por una afinidad directa y cercana. En la
mayoría de los casos una analogía palpable ha sido sustituida, en otros la
afinidad es muy oscura o enteramente dudosa. La complicada ramificación de las
líneas de afinidades en grupos extensos debe además ofrecer grandes facilidades
para dar un aspecto de probable a cualquiera de esos arreglos puramente
artificiales. El golpe de gracia fue dado por el admirable artículo del
lamentado Sr. Strickland, publicado en el “Anales de Historia Natural”, en el
que mostró claramente el verdadero método sintético para el descubrimiento del Sistema
Natural.
Si consideramos ahora la
distribución geográfica de animales y plantas sobre la Tierra, encontraremos
todos los hechos bellamente de acuerdo con, y fácilmente explicados por, la
presente hipótesis. Un país teniendo especies, géneros y familias completas que
le son peculiares, será el resultado necesario de haber sido aislado por un
largo período, suficiente para que muchas series de especies hayan sido creadas
sobre el tipo de otras preexistentes, que, además de muchas de las especies más
tempranamente formadas, se habrán extinto, haciendo así que los grupos parezcan
aislados. Si en algún caso el antitipo tenía una distribución extensa, dos o
más grupos de especies podrían haberse formado, cada una variando de una manera
diferente, y produciendo así varios grupos representativos o análogos. Los Sylviadae de Europa y los Sylvicolidae de Norteamérica, los Heliconidae de Sudamérica y los Euploeas del Este, el grupo de Trogones
habitando Asia y aquellos peculiares de Sudamérica, son ejemplos que pueden ser
explicados de esta manera.
Fenómenos tales como los que son
exhibidos por las Islas Galápagos, las que contienen pequeños grupos de plantas
y animales que les son peculiares, pero la mayoría cercanamente relacionados
con aquellos de Sudamérica, no han hasta ahora recibido una explicación ni
siquiera conjetural. Las Galápagos son un grupo volcánico de gran antigüedad, y
probablemente nunca han estado más conectadas con el continente de lo que lo
están en el presente. Deben haber sido primeramente pobladas, como otras islas
recién formadas, por la acción de vientos y corrientes, y en un período lo suficientemente
remoto como para que las especies originales hayan desaparecido y sólo
permanezcan los prototipos modificados. De la misma manera podemos explicar el
que las islas separadas tengan cada una sus especies peculiares, ya sea por la
suposición de que la misma emigración original pobló la totalidad de las islas
con las mismas especies a partir de las cuales prototipos diferentemente modificados
fueron creados, o que las islas fueron sucesivamente pobladas de una a otra,
pero que nuevas especies han sido creadas en cada una según el plan de las
preexistentes. Santa Helena es un caso similar de una isla muy antigua que ha
obtenido una flora enteramente peculiar, aunque limitada. Por el otro lado, no
se conoce ejemplo de una isla que pueda ser probada como de origen geológico
muy reciente (fines del Terciario, por ejemplo), y posea ya grupos genéricos o
familias, o al menos muchas especies que le sean peculiares.
Cuando una extensión de montañas
ha alcanzado una gran elevación, y ha permanecido así durante un largo período
geológico, las especies a ambos lados y cerca de su base serán a menudo muy
diferentes, con especies representativas de algunos géneros e incluso géneros
completos siendo particulares a sólo uno de los lados, como notablemente se ve
en los casos de los Andes y Montañas Rocosas. Un fenómeno similar ocurre cuando
una isla ha sido separada de un continente en un período muy temprano. El mar poco
profundo entre la Península de Malacca, Java, Sumatra y Borneo fue
probablemente un continente o gran isla en una época temprana, y puede haberse
sumergido a medida que las extensiones volcánicas de Java y Sumatra se
elevaron. Los resultados orgánicos que vemos en el muy considerable número de
especies animales comunes a algunos o todos estos países, mientras al mismo
tiempo existe un número de especies representativas estrechamente relacionadas
que les son peculiares, muestran que un período considerable ha transcurrido
desde su separación. Los hechos de la distribución geográfica y de la geología
pueden entonces explicarse mutuamente en casos dudosos, si los principios aquí
propuestos son claramente probados.
En todos esos casos en los que
una isla se ha separado de un continente, o se ha elevado por acción coralina o
volcánica desde el mar, o en los que una cadena montañosa se ha elevado, en una
época geológica reciente, el fenómeno de grupos peculiares o incluso de una
sola especie representativa no existirá. Nuestra propia isla es un ejemplo de
esto, siendo su separación del continente muy reciente en términos geológicos,
y en consecuencia casi no tenemos una especie que le sea peculiar; mientras la
extensión Alpina, una de las elevaciones montañosas más recientes, separa
faunas y floras que difícilmente difieren más de lo que podrían debido sólo por clima y
latitud.
La serie de hechos aludidos en la
Proposición 3, de especies cercanamente relacionadas en grupos abundantes
siendo halladas en proximidad geográfica, es más notable e importante. El Sr.
Lovell Reeve ha bien ejemplificado esto en su interesante artículo sobre la distribución
de los Bulimi. Esto también se ve en
los Colibríes y Tucanes, pequeños grupos de dos o tres especies estrechamente
relacionadas a menudo halladas en el mismo distrito o distritos contiguos, tal
como he tenido la buena fortuna de verificar personalmente. Los peces proveen
evidencia de clase similar: cada gran río tiene sus géneros peculiares, y en géneros
más extensos sus grupos de especies estrechamente relacionadas. Pero es lo
mismo a través de toda la Naturaleza; cada clase y orden de animales aportará
hechos similares. Hasta aquí no se ha hecho ningún intento de explicar estos
singulares fenómenos, o de mostrar cómo es que se han producido. ¿Por qué los
géneros de Palmas y de Orquídeas están en casi todo caso confinados a un
hemisferio? ¿Por qué todas las especies estrechamente relacionadas de Trogones
de espalda marrón son halladas en el Este, y las de espalda verde en el Oeste?
¿Por qué están los Guacamayos y las Cacatúas similarmente restringidos? Los
insectos proveen un incontable número de ejemplos análogos; -los Goliathi de África, los Ornithopterae de las islas Indias, los Heliconidae de Sudamérica, los Danaidae del Este, y en su totalidad,
las especies más cercanamente relacionadas halladas en proximidad geográfica.
La pregunta obliga a cada mente pensante a cuestionarse el por qué son así las
cosas. No podrían ser como lo son, si una ley no hubiera regulado su creación y
dispersión. La ley aquí enunciada no sólo explica, sino que requiere de los
hechos que vemos que existen, mientras que los vastos y largamente continuados
cambios geológicos de la Tierra fácilmente dan cuenta de las excepciones y
aparentes discrepancias que ocurren aquí y allá. El objetivo del escritor en
exponer sus opiniones en la presente e imperfecta manera es el someterlas a
evaluación por otras mentes, y el estar al tanto de todos los hechos que puedan
suponerse inconsistentes con ellas. Ya que su hipótesis pretende aceptación como
sólo explicando y conectando hechos que existen en la naturaleza, se espera que
para desaprobarla se suministren únicamente hechos, y no argumentos a priori en contra de su probabilidad.
Los fenómenos de la distribución
geológica son exactamente análogos a aquellos de la geografía. Especies
estrechamente relacionadas se encuentran asociadas en los mismos estratos, y el
cambio de especie a especie parece haber sido tan gradual en el tiempo como en
el espacio. La Geología, sin embargo, nos provee una prueba positiva de la
extinción y producción de especies, aunque no nos informa sobre cómo han tenido
lugar. La extinción de especies, no obstante, ofrece menor dificultad, y el modus operandi ha sido bien ilustrado por
Sir C. Lyell en su admirable
“Principios”. Cambios geológicos, aunque graduales, ocasionalmente deben haber
modificado las condiciones externas en una medida tal que tornaron imposible la
existencia de ciertas especies. La extinción se daría en la mayoría de los
casos por una desaparición gradual, pero en algunas instancias podría haberse
dado la repentina destrucción de una especie de distribución limitada. Descubrir
cómo las especies extintas han sido reemplazadas de tiempo en tiempo por otras
nuevas hasta el más reciente período geológico, es el problema más difícil y a
la vez más interesante de la historia natural de la Tierra. La presente
indagación, que busca extraer de hechos conocidos una ley que ha determinado,
en cierto grado, que especies pudieron aparecer en una dada época, se espera
pueda ser considerada como un paso en la dirección correcta hacia la completa solución
del tema.
Se ha dado en los últimos años mucha
discusión sobre si la sucesión de vida sobre el globo fue desde un grado de
organización menor a otro mayor. Los hechos admitidos parecen mostrar que ha
habido una progresión general, y no una al grado de detalle. Mollusca y Radiata
existieron antes que Vertebrata, y la progresión desde Peces a Reptiles y
Mamíferos, y también desde los mamíferos inferiores a los superiores, es
indiscutible. Por otro lado, se dice que los Mollusca y los Radiata de los
períodos más tempranos estaban más altamente organizados que la gran masa de
estos que actualmente existe, y que los peces más antiguos que han sido
descubiertos no son de ninguna manera los menos organizados de la clase. Se
cree que la presente hipótesis armonizará con todos estos hechos, y en gran
medida servirá para explicarlos; porque aunque pueda parecer a algunos lectores
esencialmente una teoría de progresión, ésta es en realidad sólo una de cambio
gradual. Sin embargo, de ninguna forma es difícil mostrar que una progresión
real en la escala de organización es perfectamente consistente con las apariencias,
e incluso con una retrogresión aparente, si tal se diera.
Volviendo a la analogía del árbol
ramificado, como el mejor modo de representar la disposición natural de
especies y su creación sucesiva, supongamos que en una época geológica temprana
algún grupo (digamos una clase de los Mollusca) ha alcanzado una gran riqueza
de especies y una alta organización. Dejemos ahora a esta gran rama de especies
relacionadas, por cambios geológicos, ser completa o parcialmente destruida.
Subsecuentemente una nueva rama brota del mismo tronco, es decir, nuevas
especies son sucesivamente creadas, teniendo por sus antitipos a las mismas
especies de baja organización que habían servido como antitipos al grupo
anterior, pero que sobrevivieron en las condiciones modificadas que destruyeron
a éste. Estando el nuevo grupo sujeto a estas condiciones alteradas, se dan en
él modificaciones de estructura y organización, tornándose representativo del
grupo anterior en otra formación geológica distinta. Puede no obstante ocurrir
que, aunque más adelante en el tiempo, la nueva serie de especies nunca logre
alcanzar un grado tan alto de organización como aquella que la precedió, pero a
su vez se extinga, y dé lugar a otra modificación distinta surgida de la misma
raíz, la cual puede ser de mayor o menor organización, más o menos numerosa en
especies, y más o menos variada en forma y estructura que cualquiera de las que
la precedieron. Por otro lado, cada uno de estos grupos puede no haberse
extinto totalmente, pudiendo haber dejado unas pocas especies, los prototipos
modificados de lo que existió en cada período sucesivo, un tenue recordatorio
de su anterior esplendor y exuberancia. Entonces cada caso de aparente
retrogresión puede en realidad ser un progreso, aunque uno interrumpido: cuando
algún monarca del bosque pierde una rama, ésta puede ser reemplazada por un
débil y enclenque sustituto. Los comentarios precedentes parecen ajustarse al
caso de los Mollusca, los que en un período muy temprano alcanzaron una alta
organización y un gran desarrollo de formas y especies en los Cephalopoda con
testa. En cada época sucesiva, especies y géneros modificados reemplazaron a
los anteriores que se extinguieron, y a medida que nos aproximamos a la era
presente sólo pocos y pequeños representantes del grupo prevalecen, mientras
los Gasterópodos y Bivalvos han adquirido una inmensa preponderancia. En la
larga serie de cambios que la Tierra ha sufrido, el proceso de poblamiento con
seres orgánicos ha transcurrido continuamente, y en cualquier momento en que
alguno de los grupos superiores ha estado casi o totalmente extinto, las formas
inferiores que mejor han resistido las condiciones físicas modificadas han
servido como los antitipos sobre los cuales fundar las nuevas razas. Se
considera que sólo así los grupos representativos en períodos sucesivos, y los
ascensos y descensos en la escala de organización, pueden ser explicados en
todos los casos.
La hipótesis de polaridad,
recientemente propuesta por el Profesor Edward Forbes* para explicar la
abundancia de formas genéricas en un período muy temprano y en el presente, mientras
que en épocas intermedias hay una disminución gradual y empobrecimiento, hasta
el mínimo ocurriendo en los confines de las épocas Paleozoica y Secundaria, nos
parece innecesaria, puesto que los hechos pueden ser fácilmente explicados por
los principios ya vertidos. Entre los períodos Paleozoico y Neozoico del
Profesor Forbes, hay difícilmente una especie en común, y la mayor parte de los
géneros y familias también desaparecen para ser reemplazados por otros nuevos.
Es casi universalmente aceptado que un cambio tal en el mundo orgánico debe
haber ocupado un vasto período de tiempo. De este intervalo no tenemos registro;
probablemente porque el área total de las formaciones tempranas ahora expuestas
a nuestras investigaciones fue elevada a fines del período Paleozoico, y
permanecieron así a través del intervalo requerido por los cambios orgánicos
que resultaron en la fauna y la flora del período Secundario. Los registros de
este intervalo están sepultados bajo el océano que cubre tres cuartos del
globo. Parece ahora altamente probable que un largo período de quiescencia o
estabilidad en las condiciones físicas de un distrito podrían haber sido más
favorables para la existencia de vida orgánica en la mayor abundancia, tanto en
lo que refiere a individuos como a variedad de especies y grupos genéricos, tal
como actualmente encontramos que los lugares mejor adaptados para el rápido
crecimiento e incremento de individuos contiene también la mayor profusión de
especies y la mayor variedad de formas, -los trópicos en comparación con las
regiones templadas y árticas. Por otro lado, parece no menos probable que un
cambio en las condiciones físicas de un distrito, incluso de pequeña magnitud
si es que es rápido, o gradual si alcanza gran magnitud, sería altamente
desfavorable para la existencia de individuos, podría causar la extinción de
muchas especies, y podría ser igualmente desfavorable para la creación de
nuevas especies. En esto también podemos hallar una analogía con el presente
estado de nuestra Tierra, habiéndose mostrado que los extremos violentos y
cambios rápidos de las condiciones físicas, más que el estado promedio real en
las zonas templadas y frías, es lo que las vuelve menos prolíficas que las
regiones tropicales, como se ejemplifica por la gran distancia más allá de los
trópicos que las formas tropicales penetran cuando el clima es regular, y
también por la riqueza en especies y formas de regiones montañosas tropicales
que principalmente difieren de la zona templada en la uniformidad de sus
climas. Pero pudiendo ser esto así, parece una suposición justa el que las
nuevas especies que sabemos han sido creadas hubieran aparecido durante un
período de reposo geológico, que las creaciones habrían entonces excedido en
número a las extinciones, y por lo tanto el número de especies se
incrementaría. En un período de actividad geológica, por otro lado, parece
probable que las extinciones podrían exceder a las creaciones, y el número de
especies disminuiría consecuentemente. Que tales efectos tuvieron lugar en
conexión con las causas a las que se los hemos imputado, está mostrado en el
caso de la formación del carbón, las fallas y contorsiones del cual indican un
período de gran actividad y violentas convulsiones, y es en la formación que
inmediatamente sucede a ésta que la pobreza de las formas de vida se hace más
aparente. Tenemos entonces que suponer un largo período de alguna acción
similar durante el vasto y desconocido intervalo al finalizar el período Paleozoico,
y luego una decreciente violencia o rapidez a través del período Secundario,
para permitir el repoblamiento gradual de la Tierra con formas variadas, y la
totalidad de los hechos son explicados. Tenemos entonces una pista para el incremento
de las formas de vida durante ciertos períodos, y su disminución durante otros,
sin recurrir a ninguna causa más que aquellas que sabemos han existido, y a
efectos fácilmente deducibles de ellas. La manera precisa en que se efectuaron los
cambios geológicos de las formaciones tempranas es tan extremadamente oscura,
que cuando podemos explicar hechos importantes por un retraso en un momento y
una aceleración en otro de un proceso que sabemos por su naturaleza y por su
observación ha sido desparejo, -una causa tan simple puede ser seguramente
preferida a una tan oscura e hipotética como la polaridad.
Me atreveré a sugerir algunas
razones contra la naturaleza misma de la teoría del Profesor Forbes. Nuestro
conocimiento del mundo orgánico durante cualquier época geológica es
necesariamente muy imperfecto. Viendo el vasto número de especies y grupos que
han sido descubiertos por los geólogos, puede dudarse si debemos comparar sus
números no sólo con aquellos que ahora existen sobre la Tierra o con una
cantidad mucho mayor**. No tenemos razón para creer que el número de especies
en la Tierra en algún período anterior fue mucho menor que en el presente; del
total de eventos la porción acuática, de la que los geólogos tienen más
conocimiento, fue a menudo probablemente tan grande o mayor. Ahora sabemos que han
habido muchos cambios completos de especies; muchas veces nuevos conjuntos de
organismos han sido introducidos en lugar de otros viejos que se extinguieron, por
lo que la cantidad total que ha existido en la Tierra desde el período
geológico más temprano debe haber tenido la misma proporción respecto de aquellos viviendo ahora, de la que tiene la
totalidad de la raza humana que ha vivido y muerto sobre la Tierra, a la
población en el tiempo presente. Además, en cada época, toda la Tierra sin duda
era, como ahora, más o menos el teatro de la vida, y a medida que las sucesivas
generaciones de cada especie murieron, sus exuvias y partes conservables serían
depositadas sobre cada porción de los mares y océanos entonces existentes, de
los que tenemos razones para suponer que han sido más, y no menos, extensos que en el presente. Para entender entonces nuestro posible
conocimiento del mundo temprano y sus habitantes, debemos comparar, no el área total
del campo de nuestras investigaciones geológicas con la superficie terrestre,
sino el área de la porción examinada de cada formación separadamente con el
total de la Tierra. Por ejemplo, durante el período Silúrico toda la Tierra era
Silúrica, y animales vivían y morían, y sus restos se depositaban más o menos
sobre el área total del globo, y eran probablemente (al menos las especies) casi
tan variadas en diferentes latitudes y longitudes como lo son en el presente.
¿Qué proporción ocupaban los distritos Silúricos respecto de la superficie
total del globo, tierra firme y mar (probablemente existieron distritos
Silúricos muchos más extensos bajo el océano que por encima de éste), y que
porción de los distritos Silúricos conocidos ha sido realmente examinada
buscando fósiles? ¿Será el área de roca que está expuesta al ojo la milésima o
la diezmilésima parte de la superficie terrestre? Hagamos la misma pregunta con
respecto al oolito o la caliza, o incluso a estratos particulares de estos
cuando difieren considerablemente en sus fósiles, y entonces se tendrá alguna
noción de lo pequeña que es la porción del todo que conocemos.
Pero es aún más importante la
probabilidad, casi la certeza, de que formaciones completas conteniendo los registros
de vastos períodos geológicos están enteramente sepultadas bajo el océano, y
por siempre más allá de nuestro alcance. La mayoría de los huecos en las series
geológicas deben entonces ser completados, y un vasto número de animales
desconocidos e inimaginables, que podrían ayudar a elucidar las afinidades de
los numerosos grupos aislados que son un perpetuo rompecabezas para el zoólogo,
pueden estar allí sepultados, hasta que futuras revoluciones puedan elevarlas
en su momento por sobre las aguas, para proveer materiales de estudio a cual fuere
la raza de seres inteligentes que entonces pudieran habernos sucedido. Estas
consideraciones deben llevarnos a la conclusión, de que nuestro conocimiento de
la serie total de anteriores habitantes de la Tierra es necesariamente muy
imperfecto y fragmentario, -tanto como nuestro conocimiento del mundo orgánico
presente pueda serlo, forzados a hacer nuestras recolecciones y observaciones
sólo en parches igualmente limitados en área y en número que aquellos abiertos
para la recolección de fósiles. Ahora, la hipótesis del Profesor Forbes es
esencialmente una que asume en gran medida la completitud de nuestro conocimiento de la serie total de seres
orgánicos que han existido en la Tierra. Esta parece ser una objeción fatal,
independientemente de todas las otras consideraciones. Puede decirse que las
mismas objeciones existen contra cada
teoría en el tema, pero este no es necesariamente el caso. La hipótesis planteada en este artículo no
depende en grado alguno de la completitud de nuestro conocimiento de la
anterior condición del mundo orgánico, sino que toma los hechos que tenemos
como fragmentos de un vasto todo, y deduce de ellos algo de la naturaleza y
proporciones de ese todo que nunca conoceremos en detalle. Se fundamenta en
grupos aislados de hechos, reconoce su aislamiento, y se esfuerza en deducir de
ellos la naturaleza de las porciones intermedias.
Otra importante serie de hechos,
en total acuerdo con, e incluso deducida necesariamente de, la ley ahora
desarrollada, es la de los órganos rudimentarios. Que estos realmente existen, y en la mayoría
de los casos no tienen una función especial en la economía animal, es aceptado
por las principales autoridades en anatomía comparada. Los minúsculos miembros
escondidos debajo de la piel en muchos de los lagartos parecidos a serpientes, los
ganchos anales de la boa constrictor, la serie completa de huesos de dedo
unidos en la aleta de los Manatus y ballenas, son algunos de los ejemplos más
familiares. En botánica una clase de hechos similar se ha reconocido. Estambres
abortivos, envolturas florales rudimentarias y carpelos no desarrollados, son
de la ocurrencia más frecuente. A cada naturalista atento debe surgirle la
pregunta, ¿Para qué son? ¿Qué tienen que ver con las grandes leyes de la
creación? ¿No nos enseñan algo sobre el sistema de la Naturaleza? Si cada
especie ha sido creada independientemente, y sin ninguna relación necesaria con
especies preexistentes, ¿qué significan estos rudimentos, estas aparentes
imperfecciones? Debe haber una causa para ellas; deben ser el resultado
necesario de alguna gran ley natural. Ahora, si, como se ha intentado mostrar,
la gran ley que ha regulado el poblamiento de la Tierra con vida animal y
vegetal es, que cada cambio debe ser gradual; que ninguna criatura nueva se formará
difiriendo ampliamente de algo existiendo antes; que en esto, como en todo lo
demás en la Naturaleza, debe haber gradación y armonía, -entonces estos órganos
rudimentarios son necesarios, y son una parte esencial del sistema de la
Naturaleza. Antes de que los Vertebrados superiores fueran formados, por
ejemplo, muchos pasos fueron requeridos, y muchos órganos tuvieron que sufrir
modificaciones de la condición rudimentaria en la que hasta entonces sólo habían
existido. Aún vemos como remanente un esquema antitípico de un ala adaptada
para el vuelo en la escamosa aleta de un pingüino, y miembros primero ocultos
debajo de la piel, y luego asomando débilmente de ella, fueron las gradaciones
necesarias antes de que otros puedan formarse completamente adaptados para la
locomoción. Podríamos observar muchas más de estas modificaciones, y una serie
de ellas más completa, si tuviéramos un panorama de todas las formas que han
dejado de vivir. Los grandes huecos que existen entre peces, reptiles, aves y
mamíferos serían entonces, sin duda, reducidos por grupos intermedios, y todo
el mundo orgánico sería visto como un sistema ininterrumpido y armonioso.
Se ha mostrado ahora, aunque de
la manera más breve e imperfecta, como la ley de que “Cada especie ha comenzado a existir coincidiendo tanto en tiempo como
en espacio con una especie estrechamente relacionada preexistente”, conecta
entre sí y torna entendibles un vasto número de hechos independientes y hasta
ahora inexplicados. El sistema natural de ordenamiento de seres orgánicos, su
distribución geográfica, su secuencia geológica, los fenómenos de grupos
representativos y sustituidos en todas sus modificaciones, y las más singulares
peculiaridades de estructura anatómica, son todos explicados e ilustrados por
ésta, en perfecto acuerdo con la vasta masa de hechos que han reunido las
investigaciones de los modernos naturalistas, y, se cree, no materialmente
opuesta a ninguno de ellos. Asegura además una superioridad por sobre hipótesis
previas, en la base de que no solamente explica, sino que requiere lo que
existe. Asumida la ley, y muchos de los más importantes hechos en la Naturaleza
no podrían haber sido de otra manera, sino que son deducciones de ésta casi tan
necesarias, como lo son las órbitas elípticas de los planetas a partir de la
ley de gravitación.
Sarawak, Borneo, Feb. 1855.
*Desde que lo anterior fue escrito, el autor ha escuchado con sincera pena sobre la muerte de
este eminente naturalista, de quien se esperaba tanto trabajo importante. Sus
opiniones sobre el presente artículo, -un tema en el cual ningún hombre era más
competente para decidir, -se esperaron con el mayor interés. ¿Quién podrá
ocupar su lugar?
[**Ver sobre este tema un artículo
por el Profesor Agassiz en los “Anales” de noviembre de 1854. -ED.]
Texto en versión original en
inglés: John van Wyhe, ed. 2012-. Wallace Online. (http://wallace-online.org/). RECORD:
S20 Wallace, A. R. 1855. On the law which
has regulated the introduction of new species. Annals and Magazine of Natural
History, including Zoology, Botany, and Geology 16: (September): 184-196.
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